Trastorno Obsesivo Compulsivo

(TOC)

El Trastorno Obsesivo-Compulsivo (T.O,C.), es una alteración psicológica que se expresa a través de dos fase: las obsesiones, por un lado, y las compulsiones, por el otro.

El componente obsesivo son palabras, ideas, imágenes o creencias repetitivas, reconocidas por el sujeto como irracionales o molestas.

Las compulsiones son comportamientos o actos mentales también repetitivos que la persona se ve obligada a realizar para frenar una obsesión o siguiendo unas reglas estrictas. Pueden ser sencillas o alcanzar mayor complejidad (rituales). Aunque alivien temporalmente el componente obsesivo, son vividas como molestas e irracionales o desproporcionadas.

Los síntomas más frecuentes son:

  • Temor a contaminarse.
  • Necesidad de simetría.
  • Lavarse.
  • Ordenar

El tratamiento psicoterapéutico de primera elección es la terapia de exposición con prevención de respuesta (EPR). Se persigue conseguir una tolerancia a la ansiedad que conlleva la exposición al estímulo sin tener que recurrir al ritual para mitigarla y de este modo se extingue el sistema de repuesta compulsiva a las obsesiones. En una segunda línea o como apoyo a esta técnica también es útil la terapia cognitiva dirigida fundamentalmente a corregir ideas falsas o sobrevaloradas.

«La terapia EMDR aplicada al tratamiento del TOC. «

TOC & EMDR

¿Qué es el Trastorno Obsesivo-Compulsivo?

El TOC es un trastorno en el que se produce una especie de círculo vicioso. Primero, aparece en la consciencia de la persona un pensamiento o una imagen mental (a veces un recuerdo, a veces una exageración fantasiosa del presente, a veces una situación imaginada acerca de lo que podría llegar a ocurrir) que le perturba y le genera un alto grado de malestar repentino, normalmente bajo la forma de la angustia o la ansiedad.

Este contenido mental es lo que se conoce como obsesión, porque la persona intenta expulsarla de su consciencia a toda costa y, a la vez, esa urgencia hace que su atención quede fijada en este pensamiento o imagen. Como veremos, la naturaleza de la compulsión es muy importante para entender por qué la terapia EMDR se usa para tratar el TOC.

En segundo lugar, la persona con TOC empieza a buscar desesperadamente maneras de desprenderse cuanto antes de ese malestar, de hacer que esa imagen o idea perturbadora quede fuera de su consciencia. Y para conseguir poner fin a esa experiencia, realiza una determinada acción que es aparentemente arbitraria, pero cuyo significado está más o menos unido a ese contenido mental que le hace sentirse mal. Esta especie de ritual es lo que se conoce como compulsión.

Pongamos un ejemplo: una persona se acuerda de que hace una semana quedó en ridículo frente a alguien que le gusta, y debido a ello no puede evitar empezar a pensar en ello una y otra vez, rememorando el suceso de manera cada vez más exagerada. Como eso le produce angustia y no puede dejar de pensar en ello, porque se siente “contaminada” por ese suceso, la persona se lava las manos repetidas veces siguiendo siempre un patrón de movimientos del cual no puede salirse dado que incumplir esa norma de autolavado no pondría fin al malestar.

Con el tiempo, la persona aprende que cada vez que se sienta mal, deberá realizar un ritual de ese tipo, y a la vez, esa predisposición a dar mucha importancia a los pensamientos perturbadores hará que estos aparezcan a menudo en su mente. Debido a esto, el problema se va haciendo cada vez más grande: no solo pierde mucho tiempo porque se ve en la necesidad de realizar compulsiones, sino que además su salud se ve perjudicada (concretamente, su piel) y debe interrumpir muchas tareas importantes durante el día a día, dado que esas pequeñas crisis duran varios minutos.

¿En qué se basa el tratamiento del TOC con EMDR?

Como hemos visto, el TOC es una psicopatología que está relacionada con una especie de pensamiento supersticioso, según el cual solo es posible desprenderse del malestar psicológico realizando compulsiones. Sin embargo, es un trastorno que puede ser desarrollado en personas que normalmente consideraríamos racionales en la mayoría de ámbitos de sus vidas: solo aplican esa especie de «pensamiento mágico” al modo en el que tratan sus compulsiones.

Y a fin de cuentas, hacer esos rituales les funciona para sentir alivio de inmediato; el problema es que a medio y largo plazo, alimentar el círculo vicioso de obsesiones y compulsiones es un problema mayor que la incomodidad de enfrentarse a cada una de las obsesiones.

Teniendo en cuenta esto… ¿cómo se usa la terapia EMDR? Este tipo de intervención psicológica, cuyas siglas vienen del término «Eye Movement Desensitization and Reprocessing», se basa en la idea de que muchos trastornos ligados a la ansiedad y a la angustia tienen su causa principal en un procesamiento incompleto o inadecuado de determinados recuerdos. Así, para poner solución al malestar del paciente, hay que modificar el modo en el que le cerebro almacena esos contenidos mentales, para que estos no se expresen una y otra vez de un modo problemático.

Para lograr esto se realizan una serie de ejercicios de estimulación del cerebro que tienen como objetivo hacer que los contenidos que no encajan bien del todo con el sistema de memoria vuelvan a ser integrados en la mente de la persona sin causar angustia. Una de las maneras a las que se recurre tiene que ver con guiar la mirada del paciente en determinadas direcciones, para conseguir así una estimulación diferenciada en cada hemisferio del cerebro.

A la vez, se crea un contexto en el que el paciente evoca esos contenidos que le suelen producir ansiedad o crisis, para que estos pierdan su efecto dañino y sean tratados por el cerebro como cualquier otro recuerdo. En muchos sentidos, la terapia EMDR se parece a la desensibilización sistemática, en el sentido de que se crea un nuevo marco en el que experimentar aquello que normalmente perturba o causa angustia.

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